El Vaticano debatió sobre cómo salvar la Amazonía del neo-colonialismo.
En Brasil, en el corazón de la Amazonía, se encuentra la mayor mina de oro y hierro a cielo abierto del mundo, según el sacerdote de origen italiano, Dario Bossi, que hace una década misiona en la región. “La extracción de hierro en Brasil llega a Europa, a la isla de Tarento. Hace 30 años vienen saqueando la selva Amazonica también con el carbón, y esto genera malformaciones de fetos y en niños que consumen el agua contaminada”, reconoció el padre Bossi en la sala de prensa del Vaticano.
La propia líder indígena del Ecuador, Patricia Gualinga, en la Asamblea de los obispos conocida como Sínodo, pidió delante del Papa Francisco que dejen de invertir en energías fósiles (petróleo, carbón y gas) y en minerales: “Sé que el Vaticano y muchas entidades de Iglesia invierten en energías fósiles, en estas industrias que matan. ¿Cómo pueden hablar ahora de defender la Amazonía? Desinviertan en estas energías”, clamó Gualinga.
El Sumo Pontífice consciente de esta situación no sólo viene impulsando un Movimiento de Desinversión, que encabeza un argentino, Tomás Insúa del Movimiento Católico Mundial por el Clima, con avances concretos. También necesita de toda la estructura de la más antigua y extensa organización de Occidente, la Iglesia Católica.

Conclusión. El documento final del Sínodo Amazónico, entregado al Papa el pasado sábado 26 de octubre tras un mes de debate, habla de una población en la llamada Panamazonía de 33.600.000 de habitantes, de los cuales entre 2 y 2.5 millones son indígenas. Es que el gran pulmón del mundo y la fuente de agua dulce más extensa del planeta, “es a su vez el corazón biológico del mundo”. “La Amazonía es la que regula el flujo de lluvias, alimenta la humedad y controla el ritmo de las corrientes de todo el planeta”, apunta el director de Desarrollo y Fe del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, el sacerdote Augusto Zampini-Davies.
FUENTE: Noticias Perfil.