Por Ricardo Tejerina

Días pasados se lanzó el nuevo Peugeot 208 de fabricación nacional desde la planta que el Grupo PSA posee en nuestro distrito de Tres de Febrero. Estuvo el presidente, Alberto Fernández, y su presencia puso otra vez en evidencia la pedestre discusión de la política local.

Que el país fabrique un automóvil completamente nuevo para el mercado local y regional debería ser un motivo de unidad y coincidencia. No son muchos los ejemplos cercanos, sino, más bien, abundan de los otros, lamentablemente. Incluso, sin salir de Tres de Febrero, el año pasado asistimos al doloroso cierre de Zanella, la tradicional fábrica de motocicletas con sede en Caseros, que puso en evidencia la falta absoluta de políticas públicas de salvataje ya no de marcas privadas o empresarios, sino de las fuentes de trabajo y los sistemas de producción de corte local como activos estratégicos del ecosistema económico distrital.

No obstante, hoy nos ocupa la presentación tresfebrerense del nuevo Peugeot 208, terminado de fabricar durante la pandemmia con tecnología de punta a nivel de la región. Con la presencia del presidente de la Nación, autoridades del grupo industrial y del municipio, se llevó a cabo un hito para la industria pesada local. Alberto Fernández con buen tino (a pesar, incluso, de ser parodiado posteriormente con comentarios en la red rayanos en la ignorancia por “hablar de Ford en Peugeot”) recordó la historia de Henry Ford, el comienzo de la fabricación en serie y la producción de automóviles para los trabajadores americanos a partir de la visión de un hombre que le daría su apellido a una corriente económica industrialista “fordismo”. A eso llamó el presidente “el capitalismo que queremos”, es decir: el de la inversión, la producción, el trabajo y el consumo interno.

Una acertada definición de prioridades que marcó la cancha para la industria nacional que debe estar a la altura de las necesidades de un país que debe reponerse de crisis sucesivas y ahora también de la calamidad y consecuencias del Covid-19. Esto que debía ser un encuentro ecuménico para la política local, convidada a un logro del cual es más ajena que próxima, volvió a evidenciar la sórdida y hasta ingenua disputa de espacios escénicos entre el intendente Diego Valenzuela y Juan Debandi del Frente de Todos, como ya ha ocurrido en otras ocasiones y lugares, y que tiempo atrás derivó también en una escalada por Twitter cuando el intendente reprodujo una foto de una fumigación barrial que coincidió con el domicilio del ex candidato opositor. El tweet decía sin eufemismos que la fumigación era eficaz para atacar y combatir “el lugar donde crecen las larvas” y cerraba con emojis supuestamente graciosos. La expresión por sí sola me releva de mayores comentarios.

Volviendo, pues, la categoría de estos dos dirigentes, que juntos reúnen el 90% de las preferencias según los resultados de la última elección, no merece esta confrontación pedestre y de baja calidad que flaco favor le hace a un distrito que se asoma a los 10 mil casos positivos de coronavirus y enfrenta un cierre mayúsculo de comercios (cercano al 20% según distintas fuentes) por los efectos económicos negativos de la pandemia. Es de esperar que Tres de Febrero eleve el nivel de su debate político y así deje de facilitar el corte del hilo por su parte más delgada, que no es otra que la que corresponde al vecino de a pie, más de a pie ahora que nunca, con el estacionamiento medido digital en ciernes y a disposición del jefe comunal, luego de que el HCD desoyera a la mayoría de vecinos y comerciantes locales.

*El autor es escritor, licenciado en Gestión del Arte y la Cultura (UNTREF) y ex subsecretario de Cultura municipal.

 

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