Hoy quiero contarte un poco acerca del duelo, sus etapas o procesos y darte algunos tips para poder superarlo.

Te preguntaste alguna vez cuántas veces en la vida perdemos aquellas cosas y objetos amados, seres queridos, mascotas, trabajos, el hogar donde nacimos o nos criamos, el país que nos vio crecer y que por diversas cuestiones debimos dejar y sentimos el desarraigo, situaciones familiares que cambian, amigos que no están y así podríamos seguir mencionando infinidad de situaciones que perdemos.

O sea que estamos rodeados de pérdidas y seguramente estarás pensando que es una mirada negativa de la vida. Muy por el contrario, quiero mostrarte que las pérdidas nos ayudan a lograr el crecimiento que necesitamos para madurar como seres humanos que somos.

Sin pérdidas no hay avance, no hay crecimiento. Por eso, aquello que parece tan negativo o pesimista al principio, luego se convierte en una mirada constructiva para nuestras vidas, dándonos la posibilidad de no solo conocernos un poco mejor, sino también ayudarnos a superarnos física, mental y espiritualmente, logrando así la superación personal.

Pero para lograr que esta pérdida se transforme en aquella situación, que luego vamos a llamar superadora, y nos enseñe a descubrir nuestras habilidades resilientes, tenemos que pasar por las distintas fases o etapas del duelo.

Para tu sorpresa, quiero que sepas que desde que nacemos vivimos pasando por dichas etapas. Por lo tanto, si estás atravesando un duelo, seguramente sepas cómo lograr salir de ella. Porque sin darte cuenta, ya has superado varios duelos en tu vida, solo que quizás en esta ocasión  necesites un apoyo mayor para recordar lo fuerte y valiente que eres.

Y esto se debe a que la vida es como un espiral ascendente, en donde a medida que vamos creciendo y subimos por ese espiral gracias al aprendizaje y conocimiento, logramos superarnos y adquirir nuevas herramientas para continuar. Tal como sucede en un video juego cuando se sube de nivel, al lograr adquirir herramientas que me dan la posibilidad de supervivencia.

Pero para lograr eso, primero debemos perder algo. Que quiero decir con esto, que para poder entrar en el proceso de duelo, la llave para abrir la puerta del crecimiento es la pérdida.

Esa pérdida que nos desestabiliza, nos saca de nuestra zona de confort, genera que nos adentremos al proceso de duelo, si logramos superarlo saldremos, no solamente rearmados, sino con más herramientas, conocimientos y nuevos aprendizajes adquiridos.

Entonces lo que sucede en el duelo es, en primer lugar, cuando nos dan la noticia de haber perdido aquello que amamos, nos impacta, shockea, es casi como si un boxeador nos hubiera dado un golpe directo a la mandíbula y nos deja knock out, no logramos reaccionar, por lo tanto, esto nos genera una negación automática, porque no queremos creerlo, y con el paso de las horas y a veces los días, nos damos cuenta que sí es real y ahí surge otra etapa que es la del miedo.

Este miedo aparece porque uno de los temores básicos del ser humano es el miedo a la pérdida. Te voy a dar un ejemplo,¿te pasó alguna vez de NO hacer algo por MIEDO a perder lo que habías logrado?, bueno de eso se trata y cuando te das cuenta que aquello que amabas ya no lo vas a tener más o no lo vas a poder ver más, se dispara como cohete al espacio la ansiedad y por consiguiente  arrastra a la culpa.

Y qué tendrá que ver la culpa en todo esto, en este caso es porque nos comenzamos a reprochar todo lo que no hicimos, lo que nos privamos, no dijimos y sentimos que nos faltó tiempo para compartir con aquello que acabamos de perder.

Por lo tanto, ese miedo y la culpa nos aterra porque nos hace sentir la inmensidad de la soledad, el vacío, el silencio y comenzamos a tener pensamientos negativos de no poder continuar con nuestras vidas porque la pedida hizo que todo cambiara, ya no es como antes.

Esto nos frena, estanca y nos detiene en el tiempo emocional, pero llega el día, ya cansados de tener miedo nos damos cuenta que estamos bloqueados y eso nos genera ira y enojo.

Cuando nos enojamos, repartimos nuestro dolor hacia todo lo que nos rodea, hacia Dios, la vida y el universo.

Y ahí comenzamos a preguntarnos el por qué de todo, por qué a mí, por qué en este momento, por qué de este modo, por qué así, que hice para merecer esto, qué hizo para terminar así. Esta etapa de ira puede durar mucho tiempo, hasta años.

Lo bueno es que podemos salir de ella para seguir avanzando en nuestro duelo, y para eso primero necesitamos hablar de lo que estamos sintiendo y expresarlo de la manera que nos sintamos más cómodos, ya sea pintando, cantando, escribiendo, rezando, meditando, trabajando, tomando distancia de aquello que nos hace mal.

Así, de a poco, llegaremos a una nueva etapa que es la de la negociación, donde estaremos abatidos, cansados de tanto luchar con nuestra ira, pero nos damos cuenta que tenemos que volver a empezar pero en esta ocasión no sabemos desde dónde comenzar.

Es como si durante toda nuestra vida estuvimos construyendo nuestra casa, colocando ladrillo por ladrillo y de repente viene un tornado y la destruye por completo, luego de que se nos pase la ira, volveremos a pensar cómo reconstruir nuestro hogar.

Por lo tanto es momento de negociar entre lo que tengo ahora y lo que vamos a hacer, entra en juego en esta negociación el pasado, el presente y el futuro, generandonos confusión, tristeza y angustia. Llevándonos a la siguiente etapa de la depresión.

Esta es una de las etapas claves del proceso, porque aquí nos jugamos el partido más importante de nuestras vidas, donde nos demostramos nuestras fortalezas y debilidades, las ambiciones y ganas de seguir hacia adelante y  aprendemos cuán tolerante ante las frustraciones somos.

Nos puede ocurrir que quedemos atrapados por años aquí,  pero la clave para salir es en primer lugar expresando lo que nos está sucediendo y pedir ayuda, hacer actividad física ya que aumentaremos nuestras endorfinas, que son las hormonas  generadoras de la alegria, estar con gente que nos brinde alegría y pensamientos positivos, rodearnos de situaciones y cosas que aumentan nuestras felicidad y bienestar y por sobre todo es fundamental que en esta etapa comencemos a crear.

El dar nacimiento a cosas, emprendimientos, ideas hace transformar esa sensación de pérdida por la de creación y eso es la resiliencia.

A medida que logremos crear, con amor, con aceptación y con paz, llegaremos a entender que la pérdida nos dejó muchas enseñanzas y aprendizajes, como así también nos mostró nuevas herramientas que podíamos usar para reconstruir nuevamente nuestras vidas como también darle un uso diferente a las que ya teníamos, y esto nos ayudará a seguir creciendo y continuar superando una vez más este  largo camino  que es la vida.

Es ahí cuando logramos la aceptación y la superación del duelo.

Recuerda siempre que la vida es un largo trayecto con muchos caminos  por elegir, algunos serán más lindos que otros, puede que te equivoques más de una vez al elegir el recorrido, pero siempre tienes la opción de volver en tus pasos y poder así emprender un nuevo comienzo.

La decisión de continuar es solo tuya y tienes la libertad de elegir qué camino quieres tomar, solo sé valiente y anímate a dar el paso siguiente. www.silvanamorgera.com

 

 

Por admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *