En este mundo desquiciado que se precipita hacia una gran depresión con crisis financiera y multiplicación de defaults, la pandemia arroja un haz de luz sobre el caos sembrado en la Argentina por Macri y el FMI tras años de ajuste estructural, endeudamiento ilimitado y dolarización creciente de la economía. Al mismo tiempo, descarna a los grandes intereses que lucran con esta situación y permite buscar un camino de salida a la actual crisis que vive el país.

El total de medidas adoptadas para enfrentar a la emergencia sanitaria y alimentaria y para asistir a los sectores mas vulnerables de la población perjudicados por la cuarentena representara el 5,6% del PBI en junio. Esto implica un enorme aumento de la liquidez, y la posibilidad de desviar buena parte de la misma hacia la especulación cambiaria y la fuga de capitales. Esto ya está ocurriendo: en el mes de abril los tipos de cambio que habilitan estas operaciones (ccl y mep) han crecido un 30%. Recientemente el BCRA adoptó una serie de medidas para controlar estos movimientos, entre otras: prohibición a los bancos de operar con cauciones, límites a la tenencia de moneda extranjera de los Fondos Comunes de Inversión, prohibición de compra de dólares a las empresas que reciben crédito subsidiado, aumento de las tasas de interés de los pases de los bancos. Sin embargo, el actual contexto internacional de crisis financiera y falta de liquidez en dólares, y la creciente retención de la liquidación de las divisas de exportación del país, reclaman medidas drásticas para bloquear esta especulación cambiaria inmediatamente.

El Presidente ha reconocido que le preocupa este problema cambiario. Sin embargo, cree que son movimientos especulativos no demasiado significativos que obedecen a las alternativas de la reestructuración de la deuda (infobae.com 27 4 2020). Desde nuestra perspectiva, más allá de su magnitud relativa, estos movimientos impiden la desdolarización de la economía y ponen en jaque a la política económica del gobierno. Crean un clima de inestabilidad creciente deteriorando la credibilidad oficial ante los acreedores extranjeros, alimentan la remarcación de precios, erosionan la protección otorgada a los sectores más vulnerables y bloquean los intentos de reactivar la economía. Así, a pesar de la existencia de precios máximos y tarifas y combustible controlados, el costo de la canasta básica alimentaria ha crecido en marzo un 3,4%. Las remarcaciones de precios ocurren en distintas instancias de las cadenas de valor de los alimentos, y las demandas de aumentos inmediatos de precios para “compensar los aumentos de costos del mes de abril” proliferan entre las organizaciones empresarias del sector. A esto se suman los reclamos de diversas entidades agropecuarias por la brecha cambiaria entre los precios de lo que producen y sus insumos importados (infobae.com 21 4 2020). Hoy el Ministerio de Desarrollo social enfrenta enormes dificultades para comprar alimentos con precios máximos (ámbito.com 1 5 2020). Esta situación pone en riesgo a su capacidad de alimentar a los más vulnerables y puede detonar una crisis social más profunda.

La poca colaboración de los bancos privados y la resistencia abierta de todos los sectores económicos más poderosos a la posibilidad de contribuir a la emergencia económica con un impuesto único a la riqueza, han dado mayor centralidad a este debate que el país necesita desde hace tanto tiempo. El miedo a destapar las causas de la enorme disparidad de ingresos, la evasión de impuestos y la fuga de capitales ha desatado una campaña destinada a bloquear las medidas que el gobierno toma, cualquiera sea el ámbito de las mismas. Esta campaña articulada en torno a la sistemática dispersión de fake news ha llegado a su máxima expresión en los dichos de una senadora provincial macrista acusando a la coronavirus de ser una “excusa para cerrar la economía… hacer que se fundan las empresas y estatizarlas”. En estos delirios, los presos son militantes K, que una vez liberados “son futuras patrullas que amenazan a jueces y que los largan para tomar tu capital. Te van amenazando, no es joda!” (ámbito.com 28 4 2020).

Lo que no es joda son precisamente estos delirios. Ponen en evidencia la pobreza intelectual y moral de la dirigente en cuestión y expresan la esencia de la campaña del miedo y del odio desatada desde tiempo atrás por Macri y su núcleo mas íntimo, esa “campaña vietnamita… la pelea cuerpo a cuerpo” donde “cambiar el chip, cambiar la cabeza es la clave” (Marcos Peña, lpo.com 12 04 2020) El mensaje de la senadora resume los principios que guiaron a la propaganda nazi en Alemania: machacar al infinito un relato mentiroso que rasguña miedos ancestrales.

La pobreza intelectual y moral no se superan, pero los relatos mentirosos se desenmascaran transparentando la vigencia de los destrozos que el macrismo ha provocado en todos los ámbitos, incluidas las cárceles. Esto no significa contribuir a la grieta. Implica aclarar quién es quién y hacia dónde nos dirigimos con las políticas que se adoptan.

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