Por Ricardo Tejerina
El manual de la derecha: líderes de las aperturas indiscriminadas, militancia por el regreso a clases presenciales y más impuestos en pandemia. ¿Recuerdan a Diego Valenzuela recorriendo el distrito con un altavoz al comienzo de la cuarentena? Esa picardía le valió al intendente de Tres de Febrero varias fotos en redes sociales y centímetros en publicaciones digitales y gráficas. Eran los tiempos del “quedate en casa”. Claramente no era el jefe comunal la autoridad de aplicación para el cumplimiento efectivo del ahora formalmente terminado aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO); pero el acting pagaba dividendos mediáticos, como los inefables árbitros sacándoles tarjetas a los peatones o los funcionarios de segundas y terceras líneas sirviendo agua o brindando alcohol en gel en las colas de los bancos. La vida también se resuelve en una imagen en la “modernidad líquida” de nuestro municipio. De aquellos tiempos de posturas a favor del intenso cuidado, poco y nada ha quedado. Tres de Febrero fue de los primeros distritos “no cuarentena”, bajo un formato de “vista gorda” o “siga, siga”, de parte de las autoridades locales. Así fue que rápidamente vimos como se llenaba de gente el espacio público y eso se pagó con múltiples contagios de Covid-19 (más de 15 mil), que ubicaron al territorio bien arriba en una tabla triste y desdorosa, superando a distritos vecinos y cercanos como Morón, San Miguel, Hurlingham, Ituzaingó, San Isidro, San Fernando y Vicente López, entre otros. No obstante, con el manual neoliberal en mano, el intendente tresfebrerense politizó la pandemia y militó todo tipo de reaperturas, arrojando al olvido aquellos viejos tiempos del megáfono delator. No conforme con ello, Valenzuela otra vez primereó y fue por una “prueba piloto” de regreso presencial de clases, hecho que ocurrió en la localidad de Santos Lugares, pasando literalmente por encima a autoridades educativas del ámbito público y privado, y haciendo caso omiso a escrupulosas recomendaciones sanitarias. El arriesgado proyecto no prosperó, pero, paralelamente, una concejal oficialista, hasta hace muy poco directora del Pío XII, de Villa Bosch, María de los Ángeles Berardi, abogaba por la autodeterminación de las autoridades de los colegios y militaba la presencialidad con una liviandad que a bien resulta recordarla por su manifiesta contradicción con la inmensa mayoría de sus colegas educadores, y su parecido y seguidismo con las políticas de CABA para el sector. Dentro de la misma oferta pandémica, el gobierno municipal pone la Biblia junto al calefón y suma un nuevo impuesto aportando a la confusión general. Desde el próximo lunes 9 de noviembre, Tres de Febrero tendrá estacionamiento medido. La curiosa estrategia comunicacional del parking arancelado es cobrarlo, pero presentarlo como que no se cobra o justificarlo en las experiencias de municipios vecinos, que por cierto distan muchísimo de ser exitosas, al menos en las reales fortalezas que supuestamente tiene la medida en cuanto al mejoramiento del caos vial. Sendas marchas en Ciudadela, Sáenz Peña y Caseros, le ratificaron a Valenzuela el descontento de la comunidad con la iniciativa de inocultable finalidad recaudatoria, que agrede el desposeído bolsillo de los contribuyentes y promete al fisco municipal la friolera de 8 millones de pesos extras, en una brutal transferencia de recursos del consumo a la caja municipal. La pandemia ideológica está a la orden del día. Como reza el dicho cada vez más vigente, lo único cierto es “la muerte y los impuestos”.