Cantante principal y frontman de Las Pelotas y miembro de la primera formación de Sumo, un artista que eludió todas las poses posibles, incluso las de rebelde rockstar o las de “hombre de barrio”, a las que cualquier crítico estaría tentado de sucumbir.

Hace 12 años moría, días antes de cumplir 49 años, en una terminal de ómnibus de Río Cuarto y a causa de un paro cardiorrespiratorio, Alejandro Sokol, cantante principal y frontman de Las Pelotas y miembro de la primera formación de Sumo, un artista que eludió todas las poses posibles, incluso las de rebelde rockstar o las de “hombre de barrio”, a las que cualquier crítico estaría tentado de sucumbir.

Pero también lo posicionaron como un singular personaje, con rasgos marginales pero con elegancia y precisión a la hora del decir; con “códigos de barrio” sin caer en la fácil etiqueta del “rock barrial”; y exento de todo glamour, sin renunciar por eso a portar un halo especial al plantarse sobre el escenario.

Así también de inasible fue su recorrido artístico, con inicios en la primera formación de Sumo, lugar que abandonó en un intento por sobrevivir a los excesos, en una actitud extrema que incluyó abrazar la religión mormona; su regreso al mundo de la música de la mano de Las Pelotas; su recorrido por pubs hasta la consagración; su alejamiento de la banda por diferencias con su socio Germán Daffunchio, para continuar con su proyecto El Vuelto, junto a su hijo Ismael.

Amante de David Bowie, este oriundo de la localidad bonaerense de Hurlingham aceptó en los primeros años de los ’80 la invitación de su vecino Daffunchio de sumarse a un grupo que estaba formando junto a una pareja llegada de Inglaterra, Luca Prodan y Stephanie Nuttal, que había sido albergada en las sierras cordobesas por su cuñado Timmy McKern.
Así pasó a ser el bajista de Sumo, en su primera época, para luego ceder ese lugar a Diego Arnedo y ocuparse de la batería, cuando Nuttal regresó a Gran Bretaña, en medio del conflicto bélico por las Islas Malvinas, en 1982.
Su paso por Sumo quedó registrado en el disco “Corpiños en la madrugada”, un álbum no oficial que solía venderse en formato de cassette en los shows del grupo y que, años más tarde, cuando el grupo alcanzó renombre, se reeditó en CD.
Tras la muerte de Luca Prodan, en 1987, y la consecuente disolución de Sumo, Sokol se reencontró con Daffunchio para formar Las Pelotas, que también incluía en su primera formación a Alberto “Supermán” Troglio, baterista de la disuelta banda.

Su paso por Sumo quedó registrado en el disco “Corpiños en la madrugada”, un álbum no oficial que solía venderse en formato de cassette en los shows del grupo y que, años más tarde, cuando el grupo alcanzó renombre, se reeditó en CD.

Su paso por Sumo quedó registrado en el disco “Corpiños en la madrugada”, un álbum no oficial que solía venderse en formato de cassette en los shows del grupo y que, años más tarde, cuando el grupo alcanzó renombre, se reeditó en CD.

Sokol logró imprimirle a Las Pelotas su impronta, un punto difuso entre lo festivo y lo desgarrador, la alegría y la furia marginal; siempre en plan catártico. Pero fue justo este perfil lo que hizo que la crítica y el público encontrara en ese grupo “el espíritu de Sumo” que logró calmar la orfandad que había provocado la muerte de Prodan.

Tras varios años de carrera e hitos, como los mencionados shows como teloneros de The Rolling Stones en sus tres primeras visitas al país, y la reunión de Sumo durante el Quilmes Rock 2007, en la que hizo las veces de voz principal, varias disidencias con Daffunchio provocaron el alejamiento de Sokol de la banda.
El siguiente proyecto del cantante iba a ser El Vuelto, un grupo que compartiría con su hijo Ismael, y que tendría una corta vida a raíz de su repentina muerte.
Las crónicas de la época relatan que, al momento de su muerte, el 12 de enero, estaba solo, desaliñado y con signos de deshidratación y mala alimentación. Acaso una postal de la marginalidad en la que eligió moverse a lo largo de toda su vida

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