
El día a día de Tres de Febrero se ve sembrado de merenderos, ollas populares y múltiples asistencias sociales, de higiene urbana y sanitarias, todas autogestionadas por la comunidad.
La realidad de un municipio que se aproxima al medio millón de habitantes con una mirada indiferente del Estado que deja hacer en todo aquello que se ha retirado.
La invisibilización de la pobreza forma parte de la estrategia comunicacional del gobierno municipal. La sola observación del Tres de Febrero mediatizado, elevado a la altura de un dron, contrasta con una recorrida pedestre por las distintas localidades del distrito. Si bien no hay datos de fuentes reconocidas respecto de diferentes indicadores sociales, excepto algunos generales y en ocasiones desactualizados de organismos nacionales de medición de factores poblacionales, todo indica que la pobreza se ha incrementado en el distrito sin que esta dolorosa novedad modificase la indiferencia gubernamental local. Por el contrario, lo que sí se advierte es una marcada ideología tendiente a la construcción de un relato urbano-desarrollista que no se verifica en la cotidianeidad, pero que se maximiza en la publicidad institucional. No obstante, la realidad del municipio se revela en una creciente desigualdad, acentuada en las localidades del corredor norte y en los barrios populares distribuidos a lo largo y ancho del territorio tresfebrerense. Esa suerte de “mapa de la pobreza” nos devuelve múltiples postas de atención comunitaria completamente ajenas a la órbita del municipio y escindidas de toda supervisión por parte de éste, que con su actitud silente convalida su reemplazo de hecho.
Diariamente, una enorme cantidad de familias recurren a estas organizaciones en búsqueda de alimentos, remedios, insumos básicos y también asistencias diversas en campos como el mantenimiento y aseo del espacio público o el asesoramiento sanitario, legal, contravencional, etc. La multiplicación de estas modalidades autogestivas, no son más que la confirmación de un Estado que no sólo se ha ausentado de sus deberes y ha librado a su suerte a su propia comunidad, sino que ha decido la completa invisibilización de la población más necesitada, subsumida en alarmantes condiciones de vida en muchos casos. Curiosamente, es el mismo gobierno que estigmatiza la pobreza y radicaliza posiciones frente al debate de tierras, por ejemplo, abrevando en la solidificación de un núcleo duro clasista y reactivo a toda expresión genuina y válida de una sociedad marginada de posibilidades, calidad de vida y un futuro mejor. “Mientras no se vea no existe y si se ve, se niega”. Conocemos ese discurso, proviene del origen de la injusticia social que ha marginado a nuestras sociedades.
*El autor es escritor, licenciado en Gestión del Arte y la Cultura (UNTREF) y ex subsecretario
de Cultura municipal. Escucha la columna completa
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